El Cerrón Grande debía ser un cuerpo de agua protegido por su valor ecológico, pero ha acabado siendo un vertedero con toneladas de basura y contaminantes diluidos que viajan por los ríos que lo alimentan

Bryan Avelar  Víctor Peña

Potonico (El Salvador) – 01 FEB 2023 – 04:45 GMT-6

Montada en su pequeña balsa de madera, Karla Orellana, una pescadora de 37 años, levanta la mirada y apunta con el dedo índice hacia el centro del embalse con cara de sorpresa. Acaba de presenciar el avistamiento de un espécimen poco particular en estas aguas. “Por allá anda flotando, cerquita de la isla. La acabamos de ver, ¿verdad?”, dice y busca con la mirada a su hija Meilin, de 13 años. La niña asiente, sentada en la misma balsa, mientras mueve el remo en el agua buscando algo que pescar.

Si estas fueran otras aguas, el avistamiento probablemente habría sido de alguna ballena, un delfín o, con menos suerte, un cocodrilo. Pero lo que Karla y su hija vieron esta mañana flotando en el agua fue una refrigeradora. Karla y Meilin pescan en las aguas del embalse El Cerrón Grande, en el norte de El Salvador. Desde hace un año, este embalse es epicentro de avistamientos como este. “Aquí se ven licuadoras, lavadoras, pedazos de carro. A veces pasan pedazos de inodoro también”, dice Meilin, mientras saca una botella plástica del agua y la tira dentro de la balsa. Alrededor de ellas el agua está completamente cubierta de ninfas (nenúfares) y un tapiz de botellas, zapatos y desperdicios plásticos que flotan en la superficie.

Con 13.000 hectáreas de extensión, el embalse El Cerrón Grande es el cuerpo de agua más grande de El Salvador y desde 2005 es considerado un sitio Ramsar por la UNESCO, es decir que por su importancia ecológica debería estar bajo protección del Estado. Sin embargo, desde hace más de una década se ha convertido en una cloaca gigante donde van a parar toneladas de desechos que viajan a través de ríos desde la capital, San Salvador. “Aquí viene a parar toda la mierda de San Salvador”, dice Jacinto Tobar, el alcalde de Potonico, uno de los 12 municipios que rodean el embalse, donde también viven Karla y su hija.

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