
Los salvadoreños pagan un impuesto por la recolección y disposición de su basura. Sin embargo, casi nada de ese dinero va a parar a los bolsillos de quienes se dedican al reciclaje. Del millón y medio de toneladas de residuos sólidos que genera el país al año, ellos logran reciclar 4 por ciento. Una parte mínima, pero que genera ganancias para los centros de acopio, las grandes empresas y las alcaldías, no para los recolectores. Una nueva ley y una nueva generación de jóvenes recicladores prometen un futuro menos desolador.