Amados hermanos y hermanas de El Salvador del Mundo:

Cumpliendo la voluntad de nuestro Dios Padre Yahveh, nuestro Señor Jesucristo, a sus discípulos nos dijo: «Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.» (Jn 8,31-32). El Hijo Unigénito de nuestro Dios Padre Yahveh, también dijo: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí.» (Jn 14,6).

Cumpliendo la voluntad de nuestro Dios Padre Yahveh, nuestro Señor Jesucristo nos enseñó que sus discípulos somos amados hijos e hijas de nuestro Dios Padre Yahveh. A sus discípulos nos enseñó a amar el Eterno Nombre de nuestro Dios Padre Yahveh, haciéndonos saber que al reconocer y santificar su Divino Nombre, nuestro Dios Padre Yahveh nos concede la vida eterna, la salvación de las almas. A los fieles discípulos de Jesucristo nos consta que, en la Sagrada Biblia de Jerusalén, la Palabra de Dios dice: «Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo.» (Jn 17:3). «He manifestado tu Nombre a los hombres que tú me has dado tomándolos del mundo. Tuyos eran y tú me los has dado; y han guardado tu palabra.» (Jn 17,6). «Yo les he dado a conocer tu Nombre y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que tú me has amado esté en ellos y yo en ellos.» (Jn 17,26).

Nuestro Señor Jesucristo nos enseñó a reconocer, amar, proclamar y santificar el Nombre de nuestro Dios Padre Yahveh. El Hijo de Dios Padre Yahveh, nos enseñó el Padrenuestro; y, en su Santa Iglesia Católica, en la actualidad, más de mil trescientos setenta millones de hermanos y hermanas cristianas, rezamos el Padrenuestro. Los cristianos católicos oramos como el Hijo de Yahveh nos dijo: «Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre; venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo.» (Mt 6:9-10). También nos demostró la potestad de nuestro Dios Padre Yahveh: «No todo el que me diga: «Señor, Señor”, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial.» (Mt 7,21).

Nuestro Señor Jesucristo nos enseñó que en todos los confines de este mundo debemos amar y santificar el Nombre de nuestro Dios Padre Yahveh; no obstante, por culpa de las malignas leyes y perversas tradiciones que los deshonestos e hipócritas sacerdotes, monseñores, cardenales y sumos pontífices han impuesto desde el Vaticano, en todos los hogares y templos de nuestra Santa Iglesia Católica, en todos los pueblos y naciones, a más de mil trescientos millones de feligreses cristianos católicos, nos prohíben reconocer y proclamar el Santo Nombre de nuestro Dios Padre Yahveh, nos prohíben santificar el Único y Verdadero y Santo Nombre de nuestro Dios Padre Yahveh, nos obligan a ignorar, y nos prohíben leer, la Palabra de Dios que en la Sagrada Biblia de Jerusalén proclama que el Eterno Nombre de nuestro Dios Padre es Yahveh.

Todos los malos sacerdotes, monseñores, cardenales y sumos pontífices, los desalmados enemigos de nuestro Dios Padre Yahveh, los que se han convertido en hijos de Satanás, los que en nuestra Santa Iglesia Católica consagran y comulgan mal por negar que la Sagrada Eucaristía es el Cuerpo y la Sangre del Hijo Unigénito de nuestro Dios Padre Yahveh, a más de mil trescientos millones de hijos e hijas de Yahveh Dios, nos obligan a no leer, y nos hacen creer que es falsa, la Palabra de nuestro Dios Padre Yahveh que en la Sagrada Biblia de Jerusalén proclama: «Yo soy Yahveh» (Ex 6,2). «Yo soy Yahveh vuestro Dios» (Lv 18,2). «¡Yahveh es su nombre!» (Ex 15:3). «Yahveh es mi roca, y mi fortaleza, mi salvador y mi Dios.» (2S 22:2). «Y todo mortal sabrá que yo, Yahveh, soy tu Salvador.» (Is 49:26). «Tú, Yahveh, eres nuestro Padre, tu Nombre es “El que nos rescata” desde siempre.» (Is 63:16). «En Yahveh está la salvación, baje sobre tu pueblo tu bendición.» (Sal 3,9). «Yahveh es mi luz y mi salvación.» (Sal 27,1). «Por tu salvación aguardo, Yahveh.» (Gn 49,18). «Sed santos, porque yo, Yahveh, vuestro Dios, soy santo.» (Lv 19,2). «Santificaos y sed santos; porque yo soy Yahveh, vuestro Dios.» (Lv 20,7). «¡Rendid a Yahveh, hijos de Dios, rendid a Yahveh gloria y poder!» (Sal 29,1). «¡Aleluya! ¡Dad gracias a Yahveh, porque es bueno, porque es eterno su amor!» (Sal 106,1). «¡Aleluya! La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios.» (Ap 19,1). ¡Aleluya! Alaben a nuestro Dios Padre Yahveh.

Los que siempre se han negado a reconocer, amar y adorar a nuestro Dios Padre Yahveh, durante ocho décadas, desde 1940 hasta 2019, incrementaron sus vicios con malignas leyes vaticanas, dedicándose a financiar y encubrir a los criminales sacerdotes, monseñores y cardenales homosexuales y pederastas, a los que depravaron a miles de jóvenes seminaristas y abusaron sexualmente a miles de niños monaguillos. Todos los clérigos conocían las escandalosas orgías que se cometían en los seminarios y templos, y a los criminales nadie podía enjuiciarlos y expulsarlos del magisterio sacerdotal, amparados por las malditas leyes vaticanas que ellos mismos impusieron con sobornos. Cumpliendo la voluntad de nuestro Dios Padre Yahveh, en todos los pueblos y naciones, fuimos fieles hijos e hijas de Yahveh Dios quienes nos dedicamos a desenmascarar y enjuiciar las depravaciones sacerdotales, episcopales y pontificias, hasta que nuestro Dios Padre Yahveh nos concedió la gracia de obligar al Papa Francisco a abolir el diabólico Secreto Pontificio de los clérigos corruptos, eliminando las leyes canónicas que otorgaban satánicos poderes eclesiales a todos los ladrones y degenerados sacerdotes, obispos y cardenales homosexuales y pederastas, y a sus inmorales encubridores.

El cardenal Joseph Ratzinger, sin importarle los daños y perjuicios que les causaban a nuestra Santa Iglesia Católica, financió y encubrió la corrupción sacerdotal. Los documentos eclesiales publicados en Alemania, han demostrado que, mientras fue Arzobispo de Munich, financió y encubrió a cuatro sacerdotes depravados. Como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y como Sumo Pontífice, continuó aplicando las leyes canónicas que imponían el financiamiento y encubrimiento de todos los clérigos homosexuales y pederastas. Encubrió al pederasta sacerdote Marcial Maciel, al fundador de los Legionarios de Cristo, y a los que con millones de dólares robados compraban la impunidad y privilegios que les vendían los corruptos cardenales de la curia vaticana. Se vio obligado a renunciar al papado, cuando comenzó a publicarse que su hermano, Monseñor Georg Ratzinger, fue acusado de ocultar los numerosos casos de pedofilia ocurridos en el coro de Ratisbona, donde abusaron a más de 500 inocentes niños ruiseñores católicos alemanes.

Benedicto XVI nunca ha amado a nuestro Dios Padre Yahveh; por no amar a nuestro Dios Padre Yahveh, en el Vaticano impuso la maligna Liturgia que a todos los sacerdotes les prohíbe leer biblias que proclaman el Nombre de nuestro Dios Padre Yahveh, leyendo en las misas solo biblias que dicen Señor, que alaban a un Señor Dios desconocido, a un Dios sin Nombre. ¡Esa Liturgia es tonta y estúpida! Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II y Francisco, han proclamado el Nombre de nuestro Dios Padre Yahveh. El Papa Francisco, en la homilía del 23 de marzo de 2022, a los ancianos nos dijo: “Este Cántico es en primer lugar una bellísima confesión de fe, y dice así: «Porque voy a aclamar el nombre de Yahveh; ¡ensalzad a nuestro Dios! Él es la Roca, su obra es consumada, pues todos sus caminos son justicia. Es Dios de lealtad, no de perfidia, es justo y recto»” (Dt 32,3-4). En la Biblia de Jerusalén, versión Latinoamericana, dice: «Voy a proclamar el nombre de Yavé: ¡alaben a nuestro Dios! El es la Roca, cuya obra es perfecta, y todos sus caminos son justicia. Es Dios leal, enemigo del mal, es recto y justo. Se portaron mal con él, ¡hijos indignos! generación perversa y depravada. ¿Así pagas a Yavé, pueblo tonto y estúpido?» (Dt 32,3-6). ¡Alabado sea nuestro Eterno Dios Padre Yahveh!

Celebrando el Domingo de Ramos del año dos mil veintidós del Tercer Milenio de nuestra era cristiana.

Hno. Alfredo Medrano, hijo de Yahveh Dios y discípulo misionero de El Salvador del Mundo.

Comparte si te ha gustado